El hecho de que una persona este sufriendo no es garantía de que quiera cambiar. La posibilidad de cambiar una situación depende de múltiples factores tanto internos como externos. Muchas veces necesitamos atravesar una fase de rechazo y huida antes de contemplar la posibilidad del cambio. Como psicólogo puedo observar que existen una serie fases según el nivel de conciencia y predisposición al cambio de la persona. En función de la fase en la que se encuentre la persona el proceso terapéutico puede ser más rápido o puede demorarse en el tiempo. A medida que la persona va ganando claridad de sus necesidades y de los beneficios del cambio su actitud avanza a hacia una resolución positiva de su conflicto vital. A continuación, hago un breve resumen de las diferentes fases del cambio:
- Fase negación: en esta fase no nos planteamos ni siquiera que exista un problema nuestras vidas. Vivimos la vida incluso con la percepción de que las cosas van razonablemente bien.
- Evitación: aunque a un nivel muy sutil existe una ligera toma de conciencia de que las cosas no van bien. Sí bien hemos podido entrar en contacto con el sufrimiento rápidamente encontramos una forma de escapar de ese dolor.
- Resistencia: en esta fase la persona ha entrado en contacto con su sufrimiento sin embargo todavía en el fondo no se siente preparado para afrontarlo. Aparecen intentos de abordar este sufrimiento, pero todavía no existe una clara determinación. Son estrategias indirectas y parciales como:
- Quedarse en la pasividad, la queja y el resentimiento
- Adoptar una actitud de desesperanza y resignación.
- Tratar de cambiar las cosas adoptando un cambio de estrategia solo a nivel racional.
- Afrontamiento activo: la persona está completamente dispuesta a asumir el abordaje de la situación. Aparece la responsabilidad personal para decidir una estrategia desde un nivel no solo racional sino desde la globalidad de la persona. Este movimiento se puede producir en dos direcciones:
- Movimiento externo: supone un recorrido qué tiene que ver desde la toma de conciencia del objetivo, la sensibilización con las diferentes estrategias y negociaciones internas. Esta es una fase de energetización que sirve como un impulso motivador. Finalmente, la acción transformadora permite alterar la situación externa.
- Movimiento interno: supone un proceso de reajuste interno.
Implica en una primera fase un proceso de duelo en el que la persona necesita enriquecer y ampliar la forma de mirarse internamente para resistir las expectativas externas. Permite a la persona la capacidad de autodescubrirse en registros hasta entonces desconocidos. Una aceptación profunda que genera resiliencia en la persona.
Ignacio Parra Viudes.
Psicólogo y Terapeuta Gestalt. Nº Colegiado 23109
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