La necesidad del control excesivo
Queremos tenerlo todo controlado, queremos sentir que nuestra existencia va a suceder de una forma segura. En base a esta búsqueda de seguridad física y emocional creamos todo tipo de estrategias para garantizarnos que todo va a ir bien. En última instancia, aunque no siempre de forma consciente queremos protegernos de sentir miedo. Unos se defienden preocupándose constantemente por lo que va a suceder en el futuro; otros están tratando de estar siempre ocupados y “productivos” en sus vidas. Otros, al contrario, se sumergen en la autoconmiseración y se alejan de tomar cualquier tipo de responsabilidad. Los hay que solo viven a través de la fantasía y tratan de encajar como pueden unas ideas ideales que adornen su realidad.
¿Porque buscamos el control?
Todas estas estrategias desde diferentes perspectivas son ideadas para protegernos de aquello en la vida que no estamos dispuestos a experimentar y aceptar. Independientemente del “invento” que nos hayamos hecho para “tintarnos la vida” hay una cruda verdad que no queremos encarar. Hay una parte de la realidad que en última instancia no es controlable. Podemos ganar mucho dinero, podemos ser muy buenas personas, podemos hacer regalos todos los días a nuestra pareja y siempre serle fiel, podemos cuidar nuestro cuerpo y nuestra salud, podemos estar siempre alertas y preocupados…al final a pesar de todos nuestros esfuerzos tarde o temprano la realidad puede golpearnos en el momento menos esperado. De forma momentánea recordamos que la pérdida, el abandono y el dolor siguen existiendo y lo que es peor…nos pueden tocar en el momento más inesperado. Lo que hoy creemos poseer mañana puede no estar más ahí. Nadie en este mundo por muy especial que sea tiene un bono que le garantice que mañana seguirá respirando.
El control y el miedo a la pérdida
Este asunto que trato sé que puede sonar deprimente e incluso con aires de catastrofismo innecesario. Sin embargo, pretende ser todo lo contrario. Este pequeño escrito pretende ser un estímulo inspirador para acercarnos más a la VIDA con mayúsculas. Lo queramos o no la VIDA va unida a la MUERTE. Cuando digo muerte no me refiero solo a la muerte física, sino a las pequeñas perdidas de la vida cotidiana: puede ser un constipado que nos tiene 3 días en cama, una decisión mal tomada que nos lleva a una pérdida económica, el amigo que cambia de vida y ya no se muestra tan accesible, la pareja que nos es infiel o nos deja de querer…Hay múltiples pérdidas que a pesar de nuestros esfuerzos nos enfrentan a la dimensión no controlable de la vida.
El control excesivo causa ansiedad
En mi consulta de psicólogo en Majadahonda uno de los síntomas más claros que veo en relación a la necesidad de controlarlo todo es la ANSIEDAD. En términos más cotidianos podríamos decir que la ansiedad no es otra cosa que una acumulación de miedos que se hacen una “pelota” en nuestro interior. La persona quiere huir, quiere escapar de la ansiedad que le corroe. Para ello, se dice así mismo muchas frases positivas, hace deporte, trata de agradar a los demás, y hacer las cosas bien, trata de esforzarse, esforzarse y esforzarse…y en la mayoría de los casos al cabo de un tiempo la ansiedad sigue ahí o incluso se recrudece. Entonces pensamos: “¿Pero ¿qué me pasa? …algo debe estar funcionando mal en mí cabeza porque no puedo controlar este malestar” La ansiedad es como una nube tormentosa que amenaza con aparecer y generar malestar en nuestro interior. La estrategia de control de la persona suele consistir en tratar de huir de esta nube tormentosa que parece cernirse sobre él; corre y corre tratando de que no le alcance. Sin embargo, aunque haya momentos de relativa tranquilidad dentro de este control frenético la nube gris se sigue contemplando al final del horizonte, la ansiedad sigue ahí amenazando.
Soltar el control y escuchar a nuestro interior
El planteamiento que propongo en consulta suele ser radicalmente opuesto a la dinámica que ha seguido la persona en su vida y supone un profundo cambio de esquema actitudinal. El mensaje de fondo que trabajo es “PÁRATE EN MEDIO DE LA TORMENTA”, es decir, deja de escapar de tu dolor y tu miedo. Lo que planteo es una forma de vivir en la que más que tratar de evitar la nube tormentosa, la persona sea cada vez más capaz de sentarse en medio de la tempestad y dejarse mojar y escuchar el sonido de los truenos. Vamos siendo conscientes así de que miedos escondidos estaban creando los nubarrones negros. A medida que observamos el miedo mirándole a la cara este va aflojando su fuerza. La tormenta va amainando y vemos que empiezan a abrirse claros en medio de las nubes.
Soltar el control es algo progresivo
Este tránsito en medio de la tempestad no es fácil; sin duda tiene que hacerse muchas veces hasta que nos podemos manejar con relativa facilidad dentro de la tormenta. Esto a mi modo de ver es el único planteamiento que a la larga puede aportar una sensación de paz duradera. Muchas veces la gente me malinterpreta en este planteamiento creyéndose que les estoy invitando a una posición pasiva ante la vida. Algo así como regodearse en la depresión y en el dolor y dejar que se apodere de nuestra vida sin mover un solo músculo. Nada más lejos de la realidad. Mi propuesta es tremendamente activa en cuanto a que la vida sigue necesitando que pongamos energía en aquello que necesita hacerse en cada momento. El concepto diferencial que quiero transmitir es que no luchemos contra aquello que es natural y sano en nuestra interacción con la vida. Las emociones.
Dejar de controlar las emociones
Las emociones pertenecen a ese ámbito que no se rigen por los mismos mecanismos que otras cosas de la vida. No basta con no querer tener miedo para dejar de tenerlo. En este caso, cuando la persona siente una emoción y no quiere sentirla se produce una resistencia ante aquello que no es controlable (al menos no de la forma que tratamos de hacerlo).
Resistencia a aceptar la vida tal y como es
El verdadero meollo de la psicoterapia se trata pues en un primer momento en explorar hacía que partes de la vida nos estamos resistiendo. Es decir, se trata de identificar toda aquella energía que ponemos en nuestro día a día y que en el fondo es una resistencia a lo que nos sucede, una resistencia a aceptar la parte no controlable de la vida. Una vez que empezamos a tener consciencia de cómo estamos diciendo NO a la vida (a nuestros sentimientos), es cuando paradójicamente empieza a emerger en nosotros la capacidad de decir un verdadero SI a la vida y estamos dispuestos a sentir todas las emociones que nos vengan.
La seguridad perfecta nos impide ser libres
Para poder ilustrar mejor este proceso me gustaría hablar de una metáfora. Hay una Isla del pacífico donde cazan a los monos de una forma muy particular. Meten un plátano dentro de una jaula la cual tiene una apertura muy pequeña. La apertura de esta jaula tiene el tamaño justo para que el mono pueda meter la mano y coger el plátano. Una vez que el mono ha agarrado el plátano su puño cerrado se vuelve más grueso y ya no puede sacar la mano porque la apertura es demasiado estrecha. El mono tiene una difícil elección, soltar el plátano y ser libre o persistir tratando de coger el plátano, que le llevará al final a perder su libertad. La moraleja de esta historia es que el plátano representa de alguna forma la “seguridad ideal” que tratamos de conseguir en todas las áreas de nuestra vida: en la pareja, en el trabajo, con la familia, los amigos, nuestra salud….etc. La única forma de ser libres es asumir que no se puede sacar el plátano. Es decir, que este tipo de seguridad “perfecta” a la que nos aferramos es un callejón sin salida. Soltar el plátano significa asumir que debemos vivir la vida con una dosis inevitable de descontrol. Si nos obsesionamos con que nuestra vida encaje en todo momento con lo que habíamos soñado las consecuencias pueden ser dramáticas como para el mono que es cazado.
Estar dispuestos a asumir una dosis de riesgo
Más allá de esta historia es obvio que todos buscamos la felicidad, al igual que todos los monos quieren plátanos. Mi planteamiento es que encontremos otra perspectiva de acercarnos a la felicidad que asuma una dosis del riesgo inevitable de la vida. Este planteamiento nos evita actitudes obsesivas y perfeccionistas que nos agotan y al final nos hacen sentir más seguros. Tratar de protegernos de la vida teniéndola absolutamente controlada nos lleva a vivir desde el miedo y la inseguridad constante. Concluyendo, se trata de aceptar que la vida tiene una parte que no podemos “domesticar”; estar dispuesto a vivir la vida como una aventura cambiante e inesperada paradójicamente es el único lugar seguro que podemos encontrar. El camino para ir integrando esta nueva actitud ante la vida no siempre es fácil, pero a la larga va creando una capacidad cada vez mayor de satisfacción y plenitud.
Ignacio Parra
Psicólogo y Psicoterapeuta Gestalt
Maravilloso artículo me encantó, muchas gracias